LA SANTIFICACION
“En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre.” (Hebreos 10:10)
La santificación es tanto un estado como un proceso. Cuando nos arrepentimos y recibimos a Cristo como nuestro Salvador, entramos en un estado inicial de santificación. (Literalmente santificado es "ser apartado"). Entonces comienza el proceso de la santificación, que incluye la búsqueda decidida del progreso espiritual. La santificación significa no solo responder al llamado del Evangelio al arrepentimiento, sino también ser transformado por el poder del Evangelio. No es una mera profesión de labios, sino un cambio real en el curso de nuestra vida.
La santificación afectará nuestros los pensamientos, las palabras que hablamos, las cosas que hacemos, los lugares a los que vamos e incluso nuestra ropa y comida. La santificación pide que se agregue la lista de cualidades piadosas en 2 Pedro 1:5-9: "añade a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; ...” Si esto no sucede en nuestra vida, algo falta.
Debido a la obra de Cristo, todo lo que necesitamos para la santificación piadosa está disponible para nosotros. El Evangelio y sus increíbles recursos son armas poderosas en la guerra por nuestra alma. Con demasiada frecuencia, el diablo gana ventajas diarias con nosotros al nublar nuestra visión de lo que está sucediendo. Olvidamos la importancia del crecimiento espiritual y la búsqueda de la santificación progresiva.
Descuidar la santificación puede llevar a vivir descuidadamente y a alejarse de Dios. Si esto sucede, deberíamos recordar lo que hizo Pedro cuando se dio cuenta de su negación de Cristo: se arrepintió y lloró amargamente. Un corazón santificado responderá cuando el Espíritu de Dios trae convicción de pecado. Tenemos que vivir en una santificación diaria si esperamos ir con Jesús cuando Él regrese.
Pastor, Elio Batista. (Matanzas, Cuba)