CALEB, HOMBRE DE FE

  

  Leemos de Caleb hijo de Jefone, que seguía fielmente a Jehová, el Dios de Israel (Deuteronomio 1:36).

    He aquí un hombre que no cesó de seguir a Dios. Es interesante observar que era extranjero, cenezeo (Josué 14:6). Moisés lo aceptó y lo escogió como uno de los doce hombres para espiar la tierra de Canaán, y él recibió su herencia entre la tribu de Judah (Números 13:6).

    Caleb era hombre de mucha fe. Cuando los espías regresaron, trajeron consigo un informe falso, diciendo que era imposible subir y poseer la tierra por causa de los gigantes y de las ciudades que eran grandes y amuralladas hasta el cielo (Deuteronomio 1:28). Pero Caleb hizo callar al pueblo y dijo: "Subamos luego, y tomemos posesión de ella" (Números 13:30).

     El verdadero camino de fe es el de seguir adelante. ¿Vacilaría la fe delante de los gigantes y las ciudades fortificadas? Caleb y Josué habían visto la tierra fluyendo leche y miel. ¿No habían ellos gustado de sus frutos?

    Caleb era hombre de un testimonio claro. "Yo era de edad de cuarenta años cuando Moisés… me envió…a reconocer la tierra…Y mis hermanos, los que habían subido conmigo, hicieron desfallecer el corazón del pueblo; pero yo cumplí siguiendo a Jehová mi Dios… cuando Israel andaba por el desierto" (Josué 14:7-10).

    Caleb seguía fiel en medio de un pueblo reincidente. Su ambiente le era contrario, sin embargo él nunca vaciló por causa de la falta de fe.

   Caleb era un hombre que había aprendido a fortalecerse en el Dios vivo: "Ahora bien, Jehová me ha hecho vivir… estos cuarenta y cinco años…Todavía estoy tan fuerte como el día que Moisés me envió…para salir y para entrar" (Josué 14:10,11). Aquí vemos a un hombre viejo transformado en un joven. Es una bendición esperar a Dios y cambiar nuestra fuerza por la suya. Escuché a Jorge Müller predicar el evangelio cuando tenía noventa y un años.

    Caleb era un hombre que reclamó su herencia. No le habían dejado entrar en posesión de su herencia por cuarenta y cinco años; después él se acercó audazmente a Josué con la petición: "Dame, pues, ahora este monte, del cual habló Jehová aquel día" (Josué 14:12). Los anaceos estaban allí, y las ciudades grandes y fortificadas, pero Caleb no temía a los gigantes porque confiaba en el Señor su Dios. "Quizá Jehová estará conmigo, y los echare, como Jehová ha dicho. Josué entonces le bendijo, y dio a Caleb hijo de Jefone a Hebrón por heredad" (Josué 14:12,13).

    Necesitamos a hombres en la guerra contra el pecado y el diablo quienes, como Caleb, cumplan siguiendo a Dios; con una fe que ose hacer lo imposible; con un testimonio claro de la santidad escritural — hombres que hayan aprendido el secreto de esforzarse con la fuerza de Dios, y que en el nombre de Jesucristo, reclamen su herencia. De ellos se dirá que, "Fueron perfectos en pos de Jehová" (Números 32:12).