EL HOGAR

 

El Matrimonio:

El matrimonio es una institución divina; la primera que Dios estableció en la raza humana. Es la unión por toda la vida de un hombre y una mujer, para formar "una sola carne", para la perpetuidad y felicidad de la raza humana (Génesis 1:27-28; Génesis 2:18-24).

El matrimonio debidamente constituido y sus relaciones, es digno y honroso. "Honroso sea a todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla". Lo deshonroso y lo pecaminoso es la fornicación (unión carnal entre solteros) y el adulterio (unión carnal de personas casadas fuera del matrimonio). "Pero a los fornicarios y adúlteros los juzgará Dios" (Hebreos 13:4).

El matrimonio es la base y fundamento del hogar, de la familia, de la iglesia, de la sociedad, de la nación, de la raza. El Evangelio confiere a la institución del hogar una santidad especial. Compara el matrimonio con la inefable unión que existe entre Cristo y Su Iglesia (Efesios 5:22-33).

 

El Esposo:

El esposo es la cabeza del hogar, pero su autoridad debe ejercerla con amor. Así como todos nuestros deberes para con Dios están resumidos en nuestro amor a Él, así el esposo debe mostrar en todo su amor a su esposa (Efesios 5:25-33). La vida de la esposa se compone de cosas pequeñas, por lo tanto, el esposo debe hacerla feliz por medio de cortesías. El amor y el buen trato es el único sueldo que la esposa recibe de parte del esposo.

 

La Esposa:

La esposa, a la vez que disfruta de toda la consideración del esposo, debe "estar sujeta a su esposo, como conviene en el Señor" (Colosenses 3:18). Todo lo que se aplica al esposo en cuanto al amor y al buen trato, igualmente se aplica a la esposa con respecto al esposo. La esposa debe honrar y obedecer al esposo (1 Corintios 11:3; Efesios 5:22), debe ser laboriosa (Proverbios 31:10-31).

 

Los Padres:

Los padres al traer a la existencia a un ser inmortal están asumiendo la mayor responsabilidad que los seres humanos podamos asumir. Quienes no asumen las responsabilidades de progenitores, son dignos de condenación (1 Timoteo 5:8).

Los padres, no solo deben proveer para sus hijos las cosas necesarias, pero también las cosas espirituales. "instruye al niño en su camino; y aun cuando fuere viejo no se apartará de él" (Proverbios 22:6). Si fuere necesario, debe castigar a sus hijos para enseñarles a la obediencia (Proverbios 13:24; Proverbios 19:18; Proverbios 22:15).

 

Los Hijos:

El primero y único mandamiento acompañado de una promesa es para los hijos. "Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen sobre la tierra que Jehová tu Dios te da" (Éxodo 20:12).

Los hijos deben respetar, obedecer, honrar, ayudar, cuidar de sus padres cuando éstos lo necesiten.

 

Los Novios:

Los jóvenes cristianos deben casarse "en el Señor". Esto es, con cristianos. Casarse con inconversos es "yugo desigual", que la Biblia condena (2 Corintios 6:14-18).

En su amistad y relación como novios, los jóvenes cristianos deben adornar la doctrina y enseñanza cristiana; deben comportarse con toda honestidad y apartarse de toda apariencia de mal. Deben estar bien seguros de la voluntad de Dios al hacer una elección la cual es para toda la vida. Conviene no sentarse juntos en la iglesia.

 

El Divorcio:

Como ya hemos visto, el matrimonio es una institución divina, cuyo vínculo es roto únicamente por la muerte (1 Corintios 7:39). Cuando los fariseos preguntaron sobre el divorcio, el Señor fue muy enfático al declarar que "el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo... y los dos serán una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre" (Mateo 19:3-6).

En la unión matrimonial de un hombre y una mujer, sean convertidos o inconversos, y no importa quién oficie, sea ministro, sacerdote o juez, Dios le imparte su aprobación, y ya dejan de ser dos, para venir a ser "una sola carne".

El matrimonio es una ley de Dios, el divorcio es una violación humana. El divorcio pretende separar lo que delante de Dios es inseparable. El divorcio es como partir, aserrar "una sola carne", un cuerpo, en dos mitades. ¡Horrible!

La relación y el vínculo entre esposo y esposa es más íntimo que entre padres e hijos. "Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer". ¿Podrá ser roto el vínculo entre padres e hijos, no importa todo lo que hagan abogados y jueces? ¡Nunca!

El padre podrá desheredad, negar, etc. Pero seguirá siendo padre y el hijo, hijo. De igual modo, y mucho menos, el vínculo matrimonial no puede ser roto por los hombres.

Los fariseos insistieron en el tema, y volvieron a preguntar: ¿"Por qué, pues mandó Moisés dar carta de divorcio, y repudiarla"? A esto el Señor contestó: "Por la dureza de vuestro corazón Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres; mas al principio no fue así" (Mateo 19:3-8).

Note que fue "por la dureza del corazón". En el Evangelio no hay lugar para la dureza de corazón. El Evangelio sana la dureza de corazón (1 Timoteo 1:5; 1 Pedro 3:8; Romanos 2:5). Note que Moisés no lo mandó, sino que tuvo que permitir, tolerar una situación existente. Cristo declara: "Al principio no fue así".

El pueblo cristiano no debe gobernarse por la dureza del corazón de los judíos, ni por las permisiones de Moisés a causa de esa dureza, sino por el principio establecido por Dios, que no dio lugar, ni hizo provisión para el divorcio.

El Señor declara que la única causa para divorcio sería la fornicación (Mateo 19:9). En Deuteronomio 24:1 se explica causa, y dice: "Cuando alguno tomare mujer, y se casare con ella, y si no le agradare por haber hallado en ella alguna cosa indecente, le escribirá carta de divorcio, y se la entregará en su mano y la despedirá de su casa". Siempre se ha afirmado con pruebas bíblicas que el adulterio es la unión carnal fuera del matrimonio; y fornicación, la unión carnal entre personas solteras.

Si la única causa para el divorcio es la fornicación, y si el divorcio era permitido por haber el esposo recién casado hallado en su esposa que ésta había fornicado con otro antes de casarse, entonces podía darle carta de repudio.

Deben tomarse en cuenta varias realidades importantes:

Primero: El Evangelio Según San Mateo fue escrito especialmente para los judíos, entre quienes el divorcio era una plaga nacional. Se divorciaban por cualquier motivo baladí, hasta porque la sopa le quedaba salada o desabrida a la esposa.

Segundo: Los Evangelios Según San Marcos y San Lucas, que fueron escritos para los gentiles (nosotros), no mencionan absolutamente nada acerca de permisiones para el divorcio (Marcos 10:1-12; Lucas 16:18).

Tercero: En ninguno de los pasajes (Mateo, Marcos y Lucas) el Señor menciona, ni siquiera infiere, que en caso de divorcio, haya libertad de volver a casarse. Más bien, como hemos visto, en Marcos y Lucas, ni siquiera menciona el divorcio, mucho menos el recasamiento.

Cuarto: A veces, se cita el versículo, "el que está en Cristo, nueva criatura es, las cosas viejas pasaron, y he aquí todas son hechas nuevas" (2 Corintios 5:17), para decir que el que se divorcia y se recasa en la vida de pecado, que todo eso, el matrimonio primero y el divorcio es anulado cuando viene a Cristo. Esto es una aplicación errónea de este versículo. La institución del matrimonio no es condicionada, ni modificada, ni alterada, ni anulada por la experiencia del nuevo nacimiento. Si así fuera, entonces el matrimonio que tuvo lugar en la vida de pecado, quedaría anulado, y como ahora es "nueva criatura", pues podría dejar su "vieja esposa" y casarse con una "nueva esposa". Esto es absurdo.

Conforme a la Palabra de Dios, quien esté divorciado que ore mucho y se mantenga soltero; quien esté divorciado y recasado y no puede deshacer su recasamiento que igualmente ore mucho, que busque de Dios y se mantenga en la Iglesia, aunque no pueda ocupar cargos oficiales ni ejercer el ministerio, pues para el ministerio la Biblia establece requisitos estrictos.

El Apóstol Pablo, después de tratar sobre los dones del Espíritu Santo, dice: "Mas yo os muestro un camino más excelente". Ese camino más excelente es el amor de Dios derramado en nuestros corazones.

Y en todo este asunto de las relaciones conyugales y de problemas matrimoniales, también el camino más excelente es el amor a Dios desbordando en nuestros corazones, que nos guía al perdón, a la reconciliación, a la preservación del hogar y a la obediencia a la Palabra de Dios.

 

PREGUNTAS

  1. Explique en breves palabras la institución del matrimonio.
  2. ¿Qué duración tiene el vínculo matrimonial?
  3. El divorcio entre los judíos ¿era un mandamiento de Dios o una permisión de Moisés?
  4. ¿Qué obligó a Moisés a tolerar tal práctica?
  5. ¿Cuál era la única causa para el divorcio?
  6. ¿Cuál es el camino más excelente que debe gobernar las relaciones en el hogar?