ESPERANDO LA VENIDA DE CRISTO

 

1 ENTONCES el reino de los cielos será semejante á diez vírgenes, que tomando sus lámparas, salieron á recibir al esposo.  2 Y las cinco de ellas eran prudentes, y las cinco fatuas. 3 Las que eran fatuas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite; 4 Mas las prudentes tomaron aceite en sus vasos, juntamente con sus lámparas. 5 Y tardándose el esposo, cabecearon todas, y se durmieron. 6 Y á la media noche fué oído un clamor: He aquí, el esposo viene; salid á recibirle. 7 Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron, y aderezaron sus lámparas. 8 Y las fatuas dijeron á las prudentes: Dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se apagan. 9 Mas las prudentes respondieron, diciendo. Porque no nos falte á nosotras y á vosotras, id antes á los que venden, y comprad para vosotras. 10 Y mientras que ellas iban á comprar, vino el esposo; y las que estaban apercibidas, entraron con él á las bodas; y se cerró la puerta. 11 Y después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: Señor, Señor, ábrenos. 12 Mas respondiendo él, dijo: De cierto os digo, que no os conozco.13 Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del hombre ha de venir. (San Mateo 25:1-13).

En este pasaje Biblico nuestro Señor Jesucristo toma el ejemplo de los preparativos de una boda para ilustrar la importancia de estar preparados para su venida.

Para poder entender mejor esta parabola vamos a dar una corta explicación de una boda judía.

El joven pretendiente solía acudir a casa del padre de la novia portando una gran suma de dinero,  y un contrato de esponsales, llamado shitre erusin (redactado por las autoridades y costeado por el futuro novio), y un pellejo de vino.

En cuanto entraba en una casa un joven portando estas cosas ya se sabía a qué venía. Entonces el pretendiente discutía con el padre de la chica y con los hermanos mayores el precio acordado para poder desposar a su hija. Si finalmente el padre accedía, bebía con el pretendiente un trago de vino, y se invitaba a la hija a pasar. Si la hija accedía (rara vez se opondría a un acuerdo previo del padre), entonces había acuerdo, y la hija y el pretendiente sellaban su acuerdo de esponsales bebiendo de misma copa de vino, mientras se pronunciaba una bendición.

Desde ese momento y hasta doce meses después tenían lugar los esponsales. El momento del inicio de los esponsales se marcaba con un regalo de boda (o mohar, Gen 34:12, Ex 22: 17, 1 Sam 18:25). Desde el momento de los esponsales, la novia era tratada como si realmente estuviera casada.

Después del contrato de esponsales los novios continuaban separados cada uno en la casa de sus padres. Durante este período la novia se preparaba para su futuro papel de esposa y el novio se encargaba de conseguir el futuro alojamiento para su mujer, que podía ser incluso una habitación dentro de la casa de los padres.

Finalmente llegaba el día de la boda (nissuin).

El matrimonio seguía después [de los esponsales] tras un período más o menos largo, los límites de los cuales estaban fijados por la ley. La ceremonia en sí consistía en conducir a la novia a la casa del novio, con ciertas formalidades, la mayor parte datadas de tiempos antiguos

Las procesiones previas a la ceremonia constituían una parte importante del ritual,

A última hora de la tarde los invitados se entretenían en la casa de la novia. Después de horas de esperar al novio, cuya llegada era repetidamente anunciada por mensajeros, llegaba finalmente, media hora antes de la media noche, para encontrarse con la novia; iba acompañado de sus amigos; iluminado por las llamas de las candelas, era recibido por los invitados que habían venido a encontrarse con él. Un dato interesante. La novia sabía que el novio volvería a buscarla, pero NO sabía cuándo ni a que hora.

La comitivia de la boda se desplazaba entonces, de nuevo en medio de muchas luminarias, en una procesión festiva hasta la casa del padre del novio, donde tenía lugar la ceremonia del matrimonio y el agasajo.

En Judea había en toda boda dos amigos del novio. Antes del matrimonio, actúan como intermediarios entre la pareja; en la boda ellos ofrecen regalos, asisten a los novios y les atienden en la habitación nupcial, siendo también los garantes de la virginidad de la novia.

Con una bendición, precedida por una breve fórmula, con la que la novia era entregada a su marido, las festividades de la boda comenzaban. Después la pareja era conducida a la habitación nupcial (cheder) y al lecho nupcial (chuppah).

 

Volvamos a nuestra parabola.

 El verso 5 nos dice: “ Y tardandose el esposo”.

El apostol Pedro dice en su segunda carta en el capítulo 3 verso 3 y 4 como sigue:” Sabiendo primero esto, que en los postrimeros días vendrán burladores, andando según sus propias concupiscencias, Y diciendo: ¿Dónde está la promesa de su advenimiento? porque desde el día en que los padres durmieron, todas las cosas permanecen así como desde el principio de la creación.

Pero nos dice en el verso 9 y 10: “El Señor no tarda su promesa, como algunos la tienen por tardanza; sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento. Mas el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella están serán quemadas”.

Para muchos la venida del Señor tarda en efectuarse, pero ignoran que para Dios un día es como mil años y mil años como un día.

El Señor nunca tarda, siempre llega al tiempo estípulado. Todo se cumple conforme su voluntad y en su tiempo.

 

Verso 6: “Y cabecearon todas”.

Como la espera era muy larga, comenzaron a cabecear todas y se durmieron.

Es representativo a la iglesia de los últimos días. Una iglesia que está dormida.

Cuando la persona esta dormida, esta inactivo. Esta inoperante.

El Señor nos exhorta en su palabra a que no durmamos sino que velemos.

 Por tanto, no durmamos como los demás; antes velemos y seamos sobrios. 1 Tes. 5:6.

Velad pues, porque no sabéis á qué hora ha de venir vuestro Señor. San Mateo 24:42

Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del hombre ha de venir. San Mateo 25:13.

Mirad, velad y orad: porque no sabéis cuándo será el tiempo. San Marcos 13:33.

Velad pues, porque no sabéis cuándo el señor de la casa vendrá; si á la tarde, ó á la media noche, ó al canto del gallo, ó á la mañana. San Marcos 13:35.

Verso 6: Y á la media noche fué oído un clamor: He aquí, el esposo viene; salid á recibirle.

 

Fue oído una clamor: Este clamor nosotros lo estamos oyendo.

 

El Señor Jesús contestando las preguntas de sus discípulos sobre su venida les dió algúnas señales.

San Mateo 24: 4-8: Mirad que nadie os engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y á muchos engañarán. Y oiréis guerras, y rumores de guerras: mirad que no os turbéis; porque es menester que todo esto acontezca; mas aún no es el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestilencias, y hambres, y terremotos por los lugares. Y todas estas cosas, principio de dolores.

Cuando oímos de guerras y rumores de guerras, de terremotes, de pestilencias y miseria en diferentes lugares, eso es el clamor que la venida del  Señor esta a las puertas. Y hay que estar preparados.

 

Las virgenes prudentes estaban preparadas. Tenían aceite en sus lamparas y en sus vasijas.

Las fatuas no estaban apercibidas, al oír el clamor se dieron cuenta que no tenían suficiente aceite y trataron de tomar prestados de las prudentes pero aquellas las respondieron: “Porque no nos falte á nosotras y á vosotras, id antes á los que venden, y comprad para vosotras”.

A esas horas de la noche era difícil encontrar quien les venda aceite para sus lámparas.

Con todo fueron a buscar y en ese mismo tiempo vino el esposo; y las que estaban apercibidas, entraron con él á las bodas; y se cerró la puerta.

Cuando llegaron las fatuas  y tocaron a la puerta diciendo: Señor, Señor, ábrenos. Mas respondiendo él, dijo: De cierto os digo, que no os conozco.

El Señor no los conocía. El Señor no conoce a aquellos que andan descuidados, irresponsables y desordenados. No van a tener parte en las bodas. El solo reconoce a aquellos que en su venida se hallan preparados.

Por eso el Señor nos advierte que velemos.

Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del hombre ha de venir.

Ahora bien que significa velar y como hemos de hacerlo.

Velar significa:

  1. Hacer centinela o guardia por la noche.
  2. Observar atentamente algo.
  3. Cuidar solícitamente de algo.

La palabra de Dios nos enseña como velar y porque hemos de velar.

  • Hay que velar porque no sabenmos cuando vendrá el Señor.

“Velad pues, porque no sabéis á qué hora ha de venir vuestro Señor”. San Mateo 24:42.

Velad pues, orando en todo tiempo, que seáis tenidos por dignos de evitar todas estas cosas que han de venir, y de estar en pie delante del Hijo del hombre. San Lucas 21:36

He aquí, yo vengo como ladrón. Bienaventurado el que vela, y guarda sus vestiduras, para que no ande desnudo, y vean su vergüenza. Apocalipsis 16:15

  • Hay que velar para no caer en tentación.

Velad y orad, para que no entréis en tentación: el espíritu á la verdad está presto, mas la carne enferma. San Mateo 26:41

Sed templados, y velad; porque vuestro adversario el diablo, cual león rugiente, anda alrededor buscando á quien devore: 1 Pedro 5:8

  • Hay que velar en oración.

Orando en todo tiempo con toda deprecación y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda instancia y suplicación por todos los santos, Efesios 8:18

Mas el fin de todas las cosas se acerca: sed pues templados, y velad en oración. 1 Pedro 4:7

Perseverad en oración, velando en ella con hacimiento de gracias. Colosenses 4:2

 

Bienaventurados aquellos siervos, á los cuales cuando el Señor viniere, hallare velando: de cierto os digo, que se ceñirá, y hará que se sienten á la mesa, y pasando les servirá. San Lucas 12:37

No seamos como aquellas virgenes fatuas. Seamos prudentes y estemos preparados porque nuestro amada Señor vendrá pronto a buscarnos.

El que da testimonio de estas cosas, dice: Ciertamente, vengo en breve. Amén, sea así. Ven: Señor Jesús.